Alicia no pasa por su mejor momento. Su marido la ha abandonado y ha renunciado a su puesto como contable en una gran empresa. Su suegra la ha invitado a quedarse en su casa mientras ella está en la India. Un grupo de abuelos, a los que les encanta pasar el día en la piscina bebiendo mosto y comiendo aceitunas, serán sus nuevos vecinos. Un día, Igor se instala en el piso de al lado y siente que por fin sale el sol en esa Edad del Hielo dónde estaba sumida.
Igor se ha mudado al piso de su abuelo.
Tiene un nuevo trabajo como director de un hotel. Aún no tiene claro si es un ascenso o un castigo. Él pensaba que se iba a encontrar viviendo en un «geriátrico» y resulta que el edificio Albaida parece más una residencia de universitarios. También está Alicia. Tan frágil, tan vulnerable… tan jodidamente irresistible.
El amor es como surfear, no puedes ir en contra de la ola, para disfrutar tienes que dejarte llevar.