[RESEÑA] Fabricante de lágrimas: ¿se parece un poquito a Crepúsculo o es cosa mía?

¡Hola, romántic@s! ¿Cómo lo estáis llevando? ¡Espero que genial! Hoy os voy a compartir mi opinión personal sobre Fabricante de lágrimas, la película romántica italiana que está arrasando en Netflix. ¿Os animáis a leer la entrada completa? ¡Vamos a ello!

Sinopsis de Fabricante de lágrimas

Nica creció en un orfanato, allí se contaban leyendas como la del fabricante de lágrimas, un misterioso artesano culpable de haber forjado todos los miedos y las angustias que habitan en los corazones del ser humano.

Ahora Nica ya tiene edad para dejar atrás esos cuentos de infancia y vivir lo que para ella es un sueño hecho realidad: ser adoptada. Una familia adoptiva la acogerá a ella, y también a Rigel. Aunque ambos comparten un pasado común, la convivencia parece imposible. ¿Es atracción lo que sienten? ¿Y por qué Rigel parece ocultar algo oscuro en su ser? Cuando la leyenda vuelve a aparecer en sus vidas, el fabricante de lágrimas se convertirá en algo muy real. (SENSACINE)

Opinión personal

¡Bueno, bueno, bueno! Vamos a lo importante, ¿no? ¿Qué me ha parecido Fabricante de lágrimas? Soy consciente de que está basada en un libro que no he leído, y que en la mayoría de ocasiones las adaptaciones son peores que las novelas, pero a mí me ha gustado mucho. Creo que la película tiene un aura trágica, romántica y de esperanza muy bonita y que a mí me atrapó desde el principio. 

Obviamente, la historia no nos está descubriendo nada nuevo. De hecho, se trata del mayor de los clichés: un chico problemático con un alma atormentada y una chica inocente y sensible que cree en el amor verdadero. A esto le sumamos el hecho de que Mica y Rigel vivieron y pasaron su infancia y parte de su adolescencia en el mismo orfanato, y que en un principio ambos parecen odiarse. 

Cuanto más iba viendo de Fabricante de lágrimas, más parecido sacaba con Crepúsculo. Para los que habéis visto la película: ¿os ha pasado esto también? Bella y Mica me han resultado como dos gotas de agua. Las dos son chicas inexpertas, inocentes, tímidas, impresionables, sensibles, que buscan encontrarse así mismas y terminan enamorándose del chico peligroso que no les conviene. 

El parecido de Rigel con Edward es más que razonable: el aura oscura de chico problemático, el alma atormentada por un pasado o un suceso trágico, introvertido, apasionado, esquivo, peligroso y enamorado de la chica dulce, tímida y soñadora. Ya sé que hacer comparaciones es algo odioso, pero no pude evitarlas mientras veía Fabricante de lágrimas. 

Pero no es por su parecido con Crepúsculo por lo que me ha gustado la película. Simplemente, me ha resultado bastante bonita de ver, con unos protagonistas que transmiten muchísima química, entrega y pasión entre ellos, y con una historia que pese a ser el cliché de los clichés no me ha parecido pesada, ni lenta, ni sosa en ningún momento. 

Si tuviera que sacarle algún pero, he tenido la sensación de que en algunos momentos la película se dejaba sucesos importantes del libro, sobre todo de la relación entre Mica y Rigel. En cierto modo, pasan del odio al amor demasiado rápido, aunque sí que se explica a grandes rasgos que nunca ha existido un odio real entre ellos. De todas formas, entiendo que no se pudieran plasmar todos los detalles de un libro de casi setecientas páginas en una adaptación de casi dos horas.

Lo que os aseguro es que la película de Netflix me ha dejado con muchísimas ganas de más. Es decir, que seguramente me leeré la novela escrita por Erin Doom para saber más detalles de Mica y Rigel. ¿Os la recomiendo? Si os gustó Crepúsculo, os apasionan los clichés románticos juveniles, y os encantan las películas de amor italianas… ¡claro que la recomiendo! De hecho… ¡ya estáis tardano en verla!

¡Hasta la próxima reseña, romántic@s!

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